Primer mes Reforma Hotel Jardines de Nivaria
Hoy se cumple un mes que comenzamos con la reforma del Hotel Jardines de Nivaria. Un mes que nuestra oficina cambió a los locutores de radio 3 y las listas de Spotify por la banda sonora de martillos y palas de derrumbes. Ya poco quedan de esos sonidos, el tirar se va a acabar. La velocidad con la que caen los muros es mucho más rápida que cuando se levantan. Los días del calendario se tachan cada vez más deprisa y sin embargo los contratiempos están a la orden del día. Rehabilitación, intervenir en un edificio existente, dejar a tras el horror vacui de un papel en blanco y dar la bienvenida a tubos que aparecen por todas partes, pilares que no existen, recrecidos y mochetas que proliferan como la espuma. A cada decisión le corresponden consecuencias que se elevan a la enésima potencia. Lo aparentemente sencillo se torna complicado, ya no se trata de encajar un puzzle sino de resolver Sudokus.
Las leyes de la física empiezan a parecer magia. Los edificios tienden a no caerse, pero los técnicos los calculamos para que no se deformen. Una cosa es imaginar, proyectar, dibujar, modelar y otra muy distinta es darle forma, construir, trabajara con el 1:1. Todo se vuelve un verdadero reto. Los días pasan volando, como cuando disfrutas de las cosas que haces con cariño. Cada día aprendemos de todos y cada uno de los 150 trabajadores que desempeñan con destreza sus oficios, y con algunos ya nos sentimos como miembros de nuestra familia.
A sólo un cuarto del término del levantamiento del edificio, podemos decir que un centímetro sí importa, que las instalaciones ocupan y mucho, que para trabajar con precisión hay que acordarse del «ir despacio que tengo prisa», que la coordinación es un trabajo y muy duro, que en el detalle está la diferencia y que todo y cada tema que se aborde requiere tiempo, algo que por desgracia nunca sobra. Esperemos que en esta contrareloj consigamos sacar lo mejor de nosotros para poderlo disfrutar con todos vosotros.